el café dormido

la muralla se presenta majestuosa tras los cristales, que en esta ocasión no dieron tregua al ladrillo. Vidrio desde el suelo hasta el techo para que la luz juegue a ser libre en este espacio minimalista o diáfano.

El centro de exposiciones recién inaugurado en Ávila deja un espacio abierto a la cultura, a la reunión, al diálogo.

Conversación y conspiración se cuelan entre sorbitos de una taza de café caliente. Se desliza el verso entre las corrientes y remolinos que se forman por los hielos y el limón de un vaso de tubo. Traición en forma de mancha en alguna camisa. Homenaje al bebedor confiado. Líquido que se escapa por la comisura de los labios del pecado, sin destino, ni rumbo, ni bandera.

Y quiere la noche sorprender al incauto y dejar que la compañía y la conversación se extingan, cual hoguera, en pro de la imaginación y prosa de un individuo sin pluma ni tintero, sin vocación ni formación, ni destreza ni sombrero. Enamorado del camino de la vida. Romántico por fascículos coleccionables al que sólo las ganas y la sinrazón lo animan y empujan al más estrepitoso de los ridículos (sin que le importe). Allí donde no cabe la vergüenza siempre crecen los árboles que nos dan sombra en verano.

Y si la risa irrumpe, socarrona o no, o en forma de carcajada anónima y perversa, guarde y dé Dios salud por muchos lustros a los ilustres, pues bien es sabido que la risa alarga la vida… incluso a los ateos más fervientes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *