Regalo de mis amigos, directamente del mar…

La semana pasada estuve en el restaurante de mis amigos, Carlos y Laura, «El rincón de Merlín». Elaboran platos tradicionales y trabajan una cuidada cocina saludable.

Decidieron que era lo mejor para sus vidas. Me sorprendieron con unos exquisitos medallones de merluza, bien preparados en usa salsa salpicada por guisantes y gambas. Dios mío, si terminé con la cazuela y un sinfín de navíos de harina y sal prospeccionando el fondo hasta que sólo quedó precisamente eso, el fondo.
Siempre que puedo, me dejo caer para ser víctima de su compañía, de su conversación y de sus historias. Nada mejor que sus recetas como excusa para una agradable velada. Nunca pensé que comer saludable y degustar un exquisito menú pudiesen ser amigos delante de una misma mesa.
Gracias chicos!

Se coló por mi ventana

Parece que hoy alguien quiere conocer algo más de mí sin hacer preguntas. Espero que en mi no muy actualizada vida, encuentre al menos, un motivo para sonreír.

Esta tarde hace bueno, pero creo que toca levitar entre ventiladores.
Mañana empieza una semana de esas que empiezan un lunes y acaban un martes. El resto creo que toca paraíso terrenal.
Hasta mañana corazones.

Aranjuez. La princesa y el croisant gigante.

Mi impresora eligió mal día para morir. O tal vez yo, elegí mal día para imprimir. El ultimo día de plazo…

De camino me alcanzo la lluvia y los nervios y la incapacidad verbal mi atuendo en toda la velada. Sus ojos verdes podían clavarse cual flecha certera en tu alma, eclipsar su belleza a la de una princesa de las que narran los cuentos infantiles o hacer enmudecer al poeta mas elocuente. Sus cabellos derramaban improvisados tirabuzones sobre sus hombros y su boca era el fuego que necesitas en invierno y el hielo salvador en una calurosa tarde de verano.

Intente no parecer patético, mas el camino hacia mi cabeza estaba cerrado y dos bigardos flanqueaban la entrada. Mi estómago, igualmente cerrado. Si no que se lo digan a aquel croisant vegetal XXL. Me tuvieron que ayudar a terminar eso y la mayoría de mis frases.

No entregue la carta ni las flores. Aquella muchacha ya tenia su peli, patatas y refresco para las tardes de los sábados; y su diván; y su ajuar; y… en definitiva, el futuro que quería para sí. Y, además creo que lo que menos necesitaba era un Indiana Jones ido a menos, como yo. Por eso deje las cosas en su sitio. Es lo mejor que se puede hacer en estos casos. El resto se lo dejo al tiempo y al viento. Suelen poner siempre las cosas en su sitio. 😉

Salamanca

Otro sitio de gente noble y sonrisas al viento. Se me ocurrió ir con la vergüenza de la primera vez (aunque no era la primera) y la seguridad que dan los amigos en terreno conocido. Y allí conocí a Pepe y a Shino. Sin recordar que previamente había estado, esta vez de la mano del dueño, regresé al museo de coches antiguos. Ricardo andaba con prisas aquella tarde, y Tito y Ele pasaron buena parte del tiempo dormitando. El katrina no fue el huracán responsable de tal cansancio. Más bien fue el huracán Angelita.

Bueno, por lo menos fuimos a una tienda con solera, de las de toda la vida en España, a por una paellera que nos comimos juntos en el salon comedor despacho sala de juntas y otros menesteres de Pepe y Shino. Y paseamos por la ciudad. Y comimos otro día de maravilla en el claustro de la universidad, precios de estudiante que disfrutan los acaudalados profesores.

Ir con Tito por Salamanca es como ir con el rey de visita oficial. Tito conoce al 98% de la población salmantina. El camarero estuvo con Tito dando un curso de expertos en vinos hace algunos años y al recordarselo nos invitó el muchacho a una botella de buen sangre de toro, reservada para ocasiones especiales. Mientras comíamos llamaron de una empresa de seguridad para darle las gracias por su labor y para pedirle permiso para usar un proyecto que desarrolló para ellos de forma totalmente desinteresada. Y al salir, conocía también a la vigilante del recinto con la que charló durante un tiempo.

Cada esquina, cada callejuela, cada plaza, rincón o parque de esta ciudad tiene un «te acuerdas cuando…» que se dedican mutuamente Pepe y Tito entre risas, carcajadas limpias o apretando los labios en asentir de sus cabezas, que miran al horizonte atravesando la barra de madera maciza en aquel té, como añorando recuerdos de tiempos felices, de infancia, tardes al sol y camisas al viento. Renacen de nuevo historias de piratas que escucho con atención, atónito ante tanta información, tan inverosímil, tan fotográfica y a la vez tan alocada. Dos jinetes sobre aquellas motos que se dejaban la piel sobre el asfalto mientras cruzaban por la adolescencia de camino a Felicidad (provincia de La Buena Vida).

Y hubo tiempo para que Elena fuese la prima guapa de Malagón (que nunca tuve, por cierto) en aquel gimnasio para pijos que desgraciadamente no tenía toallas para uso común. Jejeje… Y también hubo tiempo para que Tito pusiese mi preciado hígado a la altura del paladar a fin de degustar su sabor inconfundible en una carrera por el infierno, el río, la universidad.

Y el domingo de este finde que dio para tantas y tantas cosas perdí la noción del tiempo y salí tardísimo de vuelta a casa. Que me perdonen los bienaventurados.

el café dormido

la muralla se presenta majestuosa tras los cristales, que en esta ocasión no dieron tregua al ladrillo. Vidrio desde el suelo hasta el techo para que la luz juegue a ser libre en este espacio minimalista o diáfano.

El centro de exposiciones recién inaugurado en Ávila deja un espacio abierto a la cultura, a la reunión, al diálogo.

Conversación y conspiración se cuelan entre sorbitos de una taza de café caliente. Se desliza el verso entre las corrientes y remolinos que se forman por los hielos y el limón de un vaso de tubo. Traición en forma de mancha en alguna camisa. Homenaje al bebedor confiado. Líquido que se escapa por la comisura de los labios del pecado, sin destino, ni rumbo, ni bandera.

Y quiere la noche sorprender al incauto y dejar que la compañía y la conversación se extingan, cual hoguera, en pro de la imaginación y prosa de un individuo sin pluma ni tintero, sin vocación ni formación, ni destreza ni sombrero. Enamorado del camino de la vida. Romántico por fascículos coleccionables al que sólo las ganas y la sinrazón lo animan y empujan al más estrepitoso de los ridículos (sin que le importe). Allí donde no cabe la vergüenza siempre crecen los árboles que nos dan sombra en verano.

Y si la risa irrumpe, socarrona o no, o en forma de carcajada anónima y perversa, guarde y dé Dios salud por muchos lustros a los ilustres, pues bien es sabido que la risa alarga la vida… incluso a los ateos más fervientes.

En invierno a falta de flores… preservativos de colores.

Parece que el invierno esta vez va en serio. Esta mañana nos sorprendió la nieve a los que no nos gusta que la información meteorológica nos joda las sorpresas.

Antes al trabajo, caminar como si hubiesen pasado cuarenta años y el reuma fuese nuestra mochila y entrañas. Cuidando cada paso como si de cristal fuesen nuestros huesos.

Cuidado con las caidas y con navegar por internet con la ventana abierta.

cuadernillos bruño nº 10

…recuerdo que ese martes no había pegado ojo. Era el último de una serie de días de insomnio programados. Era el último capitulo de la serie murcielagos a la caza del mosquito tigre.

La mañana empezó accidentada. Casi atropellan a un ser inerte y sin rumbo fijo y los únicos besos que sonaron en un principio, fueron los de dos coches en un semáforo. No aparecía, así que me aseguré un sitio al sol para esperar a la artista.

La artista tiene la frescura y belleza que da la juventud y un baúl con cientos de cosas interesantes. En su interior hay poemas, hay fragmentos, hay electricidad, magnetismo, en sus manos las marcas de su pasión por plasmar todo aquello que atrapa cuando sueña despierta o dormida.

En la escuela los artistas aprenden las técnicas que les permitirán dejar fluir el magma que llevan dentro, atraparlo o liberarlo, según se mire, para el deleite de todos o el suyo propio. Lo que quiero decir es que ya son artistas cuando llegan, cuando nacen, allí sólo aprenden a volar (requisito ante el que muchos seres son irreductibles, jejeje) a manejar complejas, antiguas y bellas técnicas de comunicación visual, sobre todo visual.

hubo al principio miedo, vergüenza, admiración y preguntas. Después risas, confesiones, albariño y raciones de bichitos marinos en su salsa. Café central y regreso al hogar. Para ella el principio de una buena jornada; para mí, el broche final.

la carrera del domingo, el Capitán América y su familia

La verdad sea dicha, no he tenido mucho tiempo de sentarme al teclado estos días. Aprovecho unos minutos de tregua para hacerlo antes que el tiempo arrastre los pequeños detalles a su paso.

Finalmente llegué a tiempo. Estaba atestado de gente dispuesta a ganar. No pude verlo antes del inicio de la prueba. Elena me fue presentando a cada uno de los trocitos del pastel que dan forma su gran familia. Estaba radiante. Fui con ganas de pasarlo bien, sabía que podía ser el último episodio, y de alguna forma no quería que acabase.

Su hermana, un encanto de corazón entreabierto para que te cueles, te sientes y te tomes un té calentito. Hablamos de Pocoyó, de cómo los hijos nos ponen a prueba desde edad temprana, de cómo el capitán América tocaba la flauta travesera y se defendía con los bailes regionales; su cuñado, Fran, me mostró encantado como la niña de sus ojos apoyaba con dulzura las manos en el suelo al escuchar un «preparados…. listos… YA!» y salia disparada a los brazos de su padre. Compartimos risas y anécdotas y Tito se encargó de revelar algunos de los secretos que le había encomendado, como el de nuestro amigo Roca, el cual si no recuerdo mal iba acompañado en su momento de un «esto que te acabo de contar, Tito, esto… a NADIE, ¿estamos…?». No me importó que la historia fuese el postre de sus carcajadas. Nada importó el domingo.

La novia de David me instó a retomar una olvidada carrera como actor frustrado. Le recordaba a un actor de aire divertido y atrevido… De momento era el actor de mis amigos. Una especie de animador sociocultural privado, cutre y desaliñado. Que me perdonen los animadores socioculturales y los de los percebes por el intrusismo. También soporto yo el de los matemáticos en lo mío, que es la tecla y el ratón de plástico.

David me dijo que conocía a alguien clavadito a mí. Confirmé que no tengo hermanos mayores y aparcamos el asunto. Ya está en mi agenda. Dice que tiene un proyecto de una web que ya me contará. Desde luego, puede que su dirección de correo sea de las más originales que haya visto hasta ahora.

David sí que es el clon del banquero de mi barrio aunque no dije nada. Y hablando de banqueros, no puedo dejar de mencionar a Pedro, un chaval que tropezó con el Capitán América aún antes que yo y que era la prueba viviente de que mi reto no era imposible.

La comida se disfruta el doble si se adereza con gente así. La cosa se fue alargando, estirando, dilatando… igualito que un parto. Quiero pensar que no fui demasiado pesado. Me encantó ver sus caras de felicidad, sus sonrisas de porcelana. Me alegra que les haya gustado esto que les dedico y que me lleven en su equipaje allá donde vayan. Les doy las gracias por la acogida, por dejarme entrar en sus vidas, por el bizcocho relleno de crema y por su forma de ser. Que extraña y placentera sensación la de la leche caliente en casa de mis ídolos y su familia.

Tenía la cena de empresa a las siete de la tarde y la carrera era a las doce de la mañana. Llegué media hora tarde a casa de mi compañero y con esto podría resumirlo todo. Me encantó el nesquik y la decoración con mosaico de espejos; verles alrededor de la mesa, escuchar sus historias, aburrirles con las mías; estar allí para contarlo y retratar sus vidas con mi objetivo.

21 de diciembre, domingo inolvidable. este año la cabalgata de reyes va a tener que estar muy pero que muy bien para mejorar esto.

La carrera

Dentro de un rato empezará la carrera. Intentaré estar a tiempo. Seguro que el último día todo va sobre ruedas. Seguro que me llevo el mejor recuerdo y el Pulitzer. Espero encontrarme allí con mis amigos, verles y reir de las tonterías del domingo por la mañana.

Me voy que no llego, jejeje…

Lo mejor de este año…

Cada día escribimos una página de nuestras vidas. A veces escribimos estas páginas en nuestro diario, en un blog, o simplemente en nuestra memoria.

Tito

Ayer escribí uno de los mejores capítulos. Hubo brindis, hubo risas, he de reconocer que me encanta hacerles reír, el resonar de su alegría fluyendo por sus gargantas, cómo se inclinan hacia atrás manteniendo el equilibrio, el brillo en sus ojos. Hubo abrazos y buenos deseos. Les tuve un buen rato a la orilla de un lago invisible cuando ya no había Sol. Aguantaron bien el frío y mi conversación. Estoy contento porque les dije muchas de las cosas que quería decirles. Noté como sus corazones se hacían grandes y sentí estar dentro.
Me encanta la música y sé perfectamente que canción pondría a este momento. Aún me queda una pregunta que hacerles. Aún he de confesarles algo. Aún tienen que leer estas palabras fruto de la alegría y la admiración.
La carta a los Reyes Magos yace en varios fragmentos en la papelera de mi habitación. No sé el motivo, pero este año no necesitaron cumplir el protocolo de carta y fecha señalados. En nuestro caso vinieron antes del verano, sin que pudiésemos darnos cuenta. Este año no hubo que poner pilas a los regalos, ni desenvolverlos, no hubo instrucciones complicadas ni nombres impronunciables. Imagino que si los hubiesen envuelto, se habrían asfixiado por no poder inspirar. Estos Reyes están en todo…
Me encanta comprobar cómo hay personas que sonríen y que hacen lo que hacen con verdadero interés. En un país donde todos se lo quieren llevar muerto, donde no importa el cómo si no el cuánto, aún quedan personas que llevan una sonrisa y esfuerzo allí donde pisan.
Lo mejor de este año tiene nombre y apellidos. Usan ropa, oxígeno, cumplen horarios, comen, ríen, lloran, sienten… … dos ángeles disfrazados de personas era lo que encestábamos todos. Les deseo mucha suerte, toda la que se pueda desear.
¡Adiós Atletas!