La semana pasada estuve en el restaurante de mis amigos, Carlos y Laura, «El rincón de Merlín». Elaboran platos tradicionales y trabajan una cuidada cocina saludable.
Archivo de la categoría: Relatos Cortos
Se coló por mi ventana
Parece que hoy alguien quiere conocer algo más de mí sin hacer preguntas. Espero que en mi no muy actualizada vida, encuentre al menos, un motivo para sonreír.
Aranjuez. La princesa y el croisant gigante.
Mi impresora eligió mal día para morir. O tal vez yo, elegí mal día para imprimir. El ultimo día de plazo…
De camino me alcanzo la lluvia y los nervios y la incapacidad verbal mi atuendo en toda la velada. Sus ojos verdes podían clavarse cual flecha certera en tu alma, eclipsar su belleza a la de una princesa de las que narran los cuentos infantiles o hacer enmudecer al poeta mas elocuente. Sus cabellos derramaban improvisados tirabuzones sobre sus hombros y su boca era el fuego que necesitas en invierno y el hielo salvador en una calurosa tarde de verano.
Intente no parecer patético, mas el camino hacia mi cabeza estaba cerrado y dos bigardos flanqueaban la entrada. Mi estómago, igualmente cerrado. Si no que se lo digan a aquel croisant vegetal XXL. Me tuvieron que ayudar a terminar eso y la mayoría de mis frases.
No entregue la carta ni las flores. Aquella muchacha ya tenia su peli, patatas y refresco para las tardes de los sábados; y su diván; y su ajuar; y… en definitiva, el futuro que quería para sí. Y, además creo que lo que menos necesitaba era un Indiana Jones ido a menos, como yo. Por eso deje las cosas en su sitio. Es lo mejor que se puede hacer en estos casos. El resto se lo dejo al tiempo y al viento. Suelen poner siempre las cosas en su sitio. 😉
Salamanca
Otro sitio de gente noble y sonrisas al viento. Se me ocurrió ir con la vergüenza de la primera vez (aunque no era la primera) y la seguridad que dan los amigos en terreno conocido. Y allí conocí a Pepe y a Shino. Sin recordar que previamente había estado, esta vez de la mano del dueño, regresé al museo de coches antiguos. Ricardo andaba con prisas aquella tarde, y Tito y Ele pasaron buena parte del tiempo dormitando. El katrina no fue el huracán responsable de tal cansancio. Más bien fue el huracán Angelita.
Bueno, por lo menos fuimos a una tienda con solera, de las de toda la vida en España, a por una paellera que nos comimos juntos en el salon comedor despacho sala de juntas y otros menesteres de Pepe y Shino. Y paseamos por la ciudad. Y comimos otro día de maravilla en el claustro de la universidad, precios de estudiante que disfrutan los acaudalados profesores.
Ir con Tito por Salamanca es como ir con el rey de visita oficial. Tito conoce al 98% de la población salmantina. El camarero estuvo con Tito dando un curso de expertos en vinos hace algunos años y al recordarselo nos invitó el muchacho a una botella de buen sangre de toro, reservada para ocasiones especiales. Mientras comíamos llamaron de una empresa de seguridad para darle las gracias por su labor y para pedirle permiso para usar un proyecto que desarrolló para ellos de forma totalmente desinteresada. Y al salir, conocía también a la vigilante del recinto con la que charló durante un tiempo.
Cada esquina, cada callejuela, cada plaza, rincón o parque de esta ciudad tiene un «te acuerdas cuando…» que se dedican mutuamente Pepe y Tito entre risas, carcajadas limpias o apretando los labios en asentir de sus cabezas, que miran al horizonte atravesando la barra de madera maciza en aquel té, como añorando recuerdos de tiempos felices, de infancia, tardes al sol y camisas al viento. Renacen de nuevo historias de piratas que escucho con atención, atónito ante tanta información, tan inverosímil, tan fotográfica y a la vez tan alocada. Dos jinetes sobre aquellas motos que se dejaban la piel sobre el asfalto mientras cruzaban por la adolescencia de camino a Felicidad (provincia de La Buena Vida).
Y hubo tiempo para que Elena fuese la prima guapa de Malagón (que nunca tuve, por cierto) en aquel gimnasio para pijos que desgraciadamente no tenía toallas para uso común. Jejeje… Y también hubo tiempo para que Tito pusiese mi preciado hígado a la altura del paladar a fin de degustar su sabor inconfundible en una carrera por el infierno, el río, la universidad.
Y el domingo de este finde que dio para tantas y tantas cosas perdí la noción del tiempo y salí tardísimo de vuelta a casa. Que me perdonen los bienaventurados.
el café dormido
la muralla se presenta majestuosa tras los cristales, que en esta ocasión no dieron tregua al ladrillo. Vidrio desde el suelo hasta el techo para que la luz juegue a ser libre en este espacio minimalista o diáfano.
El centro de exposiciones recién inaugurado en Ávila deja un espacio abierto a la cultura, a la reunión, al diálogo.
Conversación y conspiración se cuelan entre sorbitos de una taza de café caliente. Se desliza el verso entre las corrientes y remolinos que se forman por los hielos y el limón de un vaso de tubo. Traición en forma de mancha en alguna camisa. Homenaje al bebedor confiado. Líquido que se escapa por la comisura de los labios del pecado, sin destino, ni rumbo, ni bandera.
Y quiere la noche sorprender al incauto y dejar que la compañía y la conversación se extingan, cual hoguera, en pro de la imaginación y prosa de un individuo sin pluma ni tintero, sin vocación ni formación, ni destreza ni sombrero. Enamorado del camino de la vida. Romántico por fascículos coleccionables al que sólo las ganas y la sinrazón lo animan y empujan al más estrepitoso de los ridículos (sin que le importe). Allí donde no cabe la vergüenza siempre crecen los árboles que nos dan sombra en verano.
Y si la risa irrumpe, socarrona o no, o en forma de carcajada anónima y perversa, guarde y dé Dios salud por muchos lustros a los ilustres, pues bien es sabido que la risa alarga la vida… incluso a los ateos más fervientes.
En invierno a falta de flores… preservativos de colores.
Parece que el invierno esta vez va en serio. Esta mañana nos sorprendió la nieve a los que no nos gusta que la información meteorológica nos joda las sorpresas.
Antes al trabajo, caminar como si hubiesen pasado cuarenta años y el reuma fuese nuestra mochila y entrañas. Cuidando cada paso como si de cristal fuesen nuestros huesos.
Cuidado con las caidas y con navegar por internet con la ventana abierta.
cuadernillos bruño nº 10
…recuerdo que ese martes no había pegado ojo. Era el último de una serie de días de insomnio programados. Era el último capitulo de la serie murcielagos a la caza del mosquito tigre.
La mañana empezó accidentada. Casi atropellan a un ser inerte y sin rumbo fijo y los únicos besos que sonaron en un principio, fueron los de dos coches en un semáforo. No aparecía, así que me aseguré un sitio al sol para esperar a la artista.
La artista tiene la frescura y belleza que da la juventud y un baúl con cientos de cosas interesantes. En su interior hay poemas, hay fragmentos, hay electricidad, magnetismo, en sus manos las marcas de su pasión por plasmar todo aquello que atrapa cuando sueña despierta o dormida.
En la escuela los artistas aprenden las técnicas que les permitirán dejar fluir el magma que llevan dentro, atraparlo o liberarlo, según se mire, para el deleite de todos o el suyo propio. Lo que quiero decir es que ya son artistas cuando llegan, cuando nacen, allí sólo aprenden a volar (requisito ante el que muchos seres son irreductibles, jejeje) a manejar complejas, antiguas y bellas técnicas de comunicación visual, sobre todo visual.
hubo al principio miedo, vergüenza, admiración y preguntas. Después risas, confesiones, albariño y raciones de bichitos marinos en su salsa. Café central y regreso al hogar. Para ella el principio de una buena jornada; para mí, el broche final.
la carrera del domingo, el Capitán América y su familia
La carrera
Dentro de un rato empezará la carrera. Intentaré estar a tiempo. Seguro que el último día todo va sobre ruedas. Seguro que me llevo el mejor recuerdo y el Pulitzer. Espero encontrarme allí con mis amigos, verles y reir de las tonterías del domingo por la mañana.
Lo mejor de este año…
Cada día escribimos una página de nuestras vidas. A veces escribimos estas páginas en nuestro diario, en un blog, o simplemente en nuestra memoria.