la carrera del domingo, el Capitán América y su familia

La verdad sea dicha, no he tenido mucho tiempo de sentarme al teclado estos días. Aprovecho unos minutos de tregua para hacerlo antes que el tiempo arrastre los pequeños detalles a su paso.

Finalmente llegué a tiempo. Estaba atestado de gente dispuesta a ganar. No pude verlo antes del inicio de la prueba. Elena me fue presentando a cada uno de los trocitos del pastel que dan forma su gran familia. Estaba radiante. Fui con ganas de pasarlo bien, sabía que podía ser el último episodio, y de alguna forma no quería que acabase.

Su hermana, un encanto de corazón entreabierto para que te cueles, te sientes y te tomes un té calentito. Hablamos de Pocoyó, de cómo los hijos nos ponen a prueba desde edad temprana, de cómo el capitán América tocaba la flauta travesera y se defendía con los bailes regionales; su cuñado, Fran, me mostró encantado como la niña de sus ojos apoyaba con dulzura las manos en el suelo al escuchar un «preparados…. listos… YA!» y salia disparada a los brazos de su padre. Compartimos risas y anécdotas y Tito se encargó de revelar algunos de los secretos que le había encomendado, como el de nuestro amigo Roca, el cual si no recuerdo mal iba acompañado en su momento de un «esto que te acabo de contar, Tito, esto… a NADIE, ¿estamos…?». No me importó que la historia fuese el postre de sus carcajadas. Nada importó el domingo.

La novia de David me instó a retomar una olvidada carrera como actor frustrado. Le recordaba a un actor de aire divertido y atrevido… De momento era el actor de mis amigos. Una especie de animador sociocultural privado, cutre y desaliñado. Que me perdonen los animadores socioculturales y los de los percebes por el intrusismo. También soporto yo el de los matemáticos en lo mío, que es la tecla y el ratón de plástico.

David me dijo que conocía a alguien clavadito a mí. Confirmé que no tengo hermanos mayores y aparcamos el asunto. Ya está en mi agenda. Dice que tiene un proyecto de una web que ya me contará. Desde luego, puede que su dirección de correo sea de las más originales que haya visto hasta ahora.

David sí que es el clon del banquero de mi barrio aunque no dije nada. Y hablando de banqueros, no puedo dejar de mencionar a Pedro, un chaval que tropezó con el Capitán América aún antes que yo y que era la prueba viviente de que mi reto no era imposible.

La comida se disfruta el doble si se adereza con gente así. La cosa se fue alargando, estirando, dilatando… igualito que un parto. Quiero pensar que no fui demasiado pesado. Me encantó ver sus caras de felicidad, sus sonrisas de porcelana. Me alegra que les haya gustado esto que les dedico y que me lleven en su equipaje allá donde vayan. Les doy las gracias por la acogida, por dejarme entrar en sus vidas, por el bizcocho relleno de crema y por su forma de ser. Que extraña y placentera sensación la de la leche caliente en casa de mis ídolos y su familia.

Tenía la cena de empresa a las siete de la tarde y la carrera era a las doce de la mañana. Llegué media hora tarde a casa de mi compañero y con esto podría resumirlo todo. Me encantó el nesquik y la decoración con mosaico de espejos; verles alrededor de la mesa, escuchar sus historias, aburrirles con las mías; estar allí para contarlo y retratar sus vidas con mi objetivo.

21 de diciembre, domingo inolvidable. este año la cabalgata de reyes va a tener que estar muy pero que muy bien para mejorar esto.

Un comentario en «la carrera del domingo, el Capitán América y su familia»

  1. Son las 03.18h y ya debería estar durmiendo (he salido más de tres horas tarde del trabajo), pero desde las 22.30h estaba deseando que llegara este momento; sentarme frente al ordenador y leer en tu blog…

    22.30h. Estoy trabajando, inmerso en un final de tarde complicado, cuando me llama Fran para decirme que por fin tenemos noticias de David, que el Capitán América le ha mandado el esperado enlace. Y leyendo la crónica del domingo 21, he revivido aquella experiencia repetible, bien dices, que con el paso de los días va calando en el recuerdo formando ya parte de mi pequeña historia.

    Aquí pongo el punto seguido y declaro inaugurado un nuevo canal de comunicación para, por ejemplo, ofrecer a éste humilde Lazarillo una senda por donde vagar, que no divagar…

    David

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